Estrella Digital - Opinion: Marcello, El lanzazo de Rasputín
En el diario El País, órgano oficioso del Gobierno socialista a su pesar, se les está acabando la paciencia con Zapatero y un día de éstos -en cuanto renueven los créditos de los 2.000 millones que les vencen ahora- se van a liar a palos con el presidente, a quien, en privado, los gerifaltes del antaño felipista del Grupo Prisa consideran una catástrofe nacional, coincidiendo con el mismísimo Felipe González.
Y no sólo por montar La Sexta y quitarles el fútbol de pago, que es algo que no le perdonarán jamás, o por las más de cien horas de conversaciones filosóficas que Zapatero ha mantenido con el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, lo que le pone los nervios de punta a Juan Luis Cebrián. Van a romper con Zapatero -de hecho han empezado ya- porque empiezan a ver que su derrota electoral es imparable, salvo que Rouco Varela les haga un milagro. Bastaba oír ayer tronar a Gabilondo en la Cuatro para adivinar el pesimismo y el fatalismo que ya inunda los salones del Grupo Prisa ante la perspectiva del regreso del PP al poder.
Y mira que se han volcado con el caso de Paco Correa, el espionaje de las huestes de Aguirre, los líos del PP en Caja Madrid y las últimas andanzas de Garzón y su compinche furtivo, Bermejo. Pero nada, el hundimiento de Zapatero parece imparable y el último episodio de Kosovo ha sido la gota que derramó el vaso, la puntilla, porque les estropea la colección de fotos con Obama con la que pretendían que se podía remontar el vuelo de aquí a las elecciones europeas, pero visto el lío de la Chacón la desesperación ha inundado la sentina del buque insignia de la flota mediática zapaterista, El País.
Y la voz de alarma la ha dado Javier Pradera, el Raputín de Prisa, que se soltó ayer con un artículo a palos con el Gobierno, los vicepresidentes y casi todos sus ministros, acusando al presidente de tener en el gabinete a una panda de indocumentados, que campan a sus anchas y a los que Zapatero no hace ni puñetero caso, mientras dirige el país desde lo que el Raputín llama el "ala oeste de la Moncloa", que debe ser la discoteca del palacio.
En los tiempos en los que el Rasputín Pradera era el rey de la bodeguilla felipista y de las excursiones de los pedantes a Doñana -Auger, Benet, etcétera- las decisiones se tomaban a medias entre su ídolo Felipe González y el Gobierno y no en las "zonas de penumbra" como ocurre ahora. Aunque, justo es decirlo, en esos tiempos que seguramente añora el malmetedor de Prisa, en el palacio de la Moncloa además de la famosa bodeguilla había unos sótanos ocultos, junto a las cloacas, por donde circulaban los ladrones de fondos reservados y los torturadores y criminales de los GAL, dando patadas a las "vigas maestras" del Estado, que es lo que decía por aquel entonces el Rasputín Pradera sin pestañear.
Sin embargo, tanto El País como Rasputín siguen sin tocarle un pelo a su líder -mal que les pese- Zapatero, por eso de que es "uno de los nuestros", aunque sea tonto de capirote. De ahí el lanzazo infame de Rasputín al moro muerto del Gobierno, pero salvando siempre al presidente a ver si todo esto se puede reconducir, con o sin la ayuda de Rouco Varela, y eso que nuestro cardenal hace todo lo que puede con sus líos del aborto, las procesiones con lazo, los linces, los condones y la COPE, y cuanto está a su divino alcance, para darle un respiro a Zapatero.
Vamos, si el diario El País le hubiera dedicado a Zapatero el mismo espacio y un nivel parecido de crítica al que le dedican al peoncillo castellonense de Fabra, hace ya mucho tiempo que habían metido en cintura al presidente. Y puede que incluso no les hubiera pasado lo de La Sexta y lo de Sogecable. Pero se han dormido en los laureles, perdieron a su capitán Polanco, están de deudas hasta el cuello y se los llevan los demonios por el simple hecho de no decir ni lo que piensan de Zapatero ni lo que deberían decir. Hacen periodismo de contrapoder de la oposición, y ahora que ven a los ministros hundidos y a la espera de la extremaunción es cuando sale Rasputín a dar lanzazos al moro muerto, pero incapaz de tocarle la punta de la babucha al gran emir.
miércoles, 25 de marzo de 2009
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