domingo, 21 de junio de 2009

Estrella Digital - Opinion: Pablo Sebastián, Zapatero y el crimen de ETA

Estrella Digital - Opinion: Pablo Sebastián, Zapatero y el crimen de ETA

Zapatero y el crimen de ETA

Pablo Sebastián


El cómplice del mundo de ETA, que en las elecciones europeas encabezó las últimas listas de camuflaje de Batasuna, Alfonso Sastre (el que durante mucho tiempo ha sido protegido por presuntos intelectuales de la izquierda, los mismos que aplaudieron la legalización de su candidatura) ha declarado en Gara, a raíz del último crimen de la banda, que "vendrán tiempos de mucho dolor, en vez de paz". Toda una amenaza y advertencia con las que se exige a Zapatero y su Gobierno el regreso a la mesa de negociación para reabrir lo que tantos llamaban, el presidente incluido, "el proceso de paz".

Un proceso que resultó de muerte y se diferenció de anteriores intentos de negociación de González y Aznar en aspectos esenciales como: el listado de concesiones políticas que negociadores del Gobierno ofrecieron a ETA en Loyola; los repugnantes requiebros de Zapatero a Otegi ("un hombre de paz") y a De Juana Chacos ("apoya el proceso"); y el cúmulo de mentiras del que hizo gala Zapatero, con el mayor desparpajo, antes de negociar de manera "oficial", durante los contactos, y después del anunciado presunto final del llamado proceso. Antes, abriendo las conversaciones con ETA sin el apoyo del Parlamento ni acuerdo con la oposición; durante, porque no hizo la menor comprobación del alto el fuego; y después, porque cuando ETA dinamitó la T-4 de Barajas mató a dos inocentes y se anunció el fin de la negociación, Zapatero -que hizo un espantoso ridículo tras anunciar el día anterior que el año 2007 sería el año de la paz- volvió a engañar a los españoles y regresó a la mesa de la negociación, donde se volvió a estrellar.

Y todo ello marcado por la temeridad, el optimismo y la incompetencia que acompañan al presidente desde su llegada al poder. Lo que anima a pensar que el modelo confederal del Estado -otro disparate de Zapatero- que este gobernante ha querido implantar en su primera legislatura, y la revisión de la Transición y de la Guerra Civil, formaban parte del escenario o de la pista de aterrizaje en la que, según el iluso de la Moncloa, los etarras acabarían por desembarcar con flores y guirnaldas de paz, y él pasaría a la historia de España como el "príncipe de la paz" (así lo preconizaban los más eufóricos publicistas del palacio de la Moncloa).

Naturalmente, para los medios y los publicistas de Zapatero nada de esto está bien recordarlo aquí y ahora, porque según ellos no se puede ni se debe hacer política con el terrorismo, pero sí se puede jugar con ellos a la ruleta rusa. Pero resulta que sigue pendiente una rectificación pública de Zapatero y que este mentiroso compulsivo -que negaba la crisis económica que toda España ya sufría- es capaz de volver a enviar emisarios a ETA a la primera oportunidad que se le presente. Como la que el siniestro Alfonso Sastre no deja de solicitar.

Naturalmente, nada de eso será a corto plazo, ahora toca apretar los dientes, poner cara de mucha indignación y hablar de una "inquebrantable" firmeza frente a ETA. Todo lo demás que precedió y que Zapatero lideró se supone que hay que dejarlo en el cesto del olvido, y allá los políticos y ciudadanos si lo consienten. Pero otros seguimos esperando de Zapatero que culmine su rectificación con un público reconocimiento de tan gigantesco error. Lo de la lucha policial sin cuartel contra ETA está muy bien, y lo del pacto de gobierno entre PSOE y PP en el País Vasco -puede que a pesar del propio Zapatero-, todavía mejor, como se evidenció en la emotiva manifestación del pasado sábado en Bilbao. Pero todo no está claro todavía, y aunque el nuevo lehendakari ha actuado de manera impecable y ejemplar hasta ahora, conviene que ni él -que lo hizo hace poco- ni nadie de su entorno vuelvan a hablar, a propósito de ETA, de "la paz".

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