UN PARTIDO XENÓFOBO 'SE CUELA' EN LA CÁMARA BAJA
¿Cómo llegó el anti-islámismo al Parlamento? "Holanda tendrá mayoría musulmana en 2050"
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@Alejandra Abad.- 10/10/2010 (06:00h)
Geert Wilders, durante su juicio (Efe).
Holanda, tierra de libertades, paradigma de la tolerancia. Ésa es la imagen que la mayoría tiene de este país noreuropeo, pero últimamente el país de los tulipanes está en la picota por causas diametralmente opuestas a esa imagen de libertades y neutralidad que ha construido durante décadas. El recientemente formado gobierno holandés cuenta en sus filas con el polémico líder ultraderechista Geert Wilders, el mismo que comparó el Corán con el Mein Kampf, de Adolf Hitler.
Su entrada en el ejecutivo ha permitido a los liberales de derechas (VVD) y a los democristianos (CDA) alcanzar la mayoría en el Parlamento y formar un gobierno de coalición. Será el primer gobierno minoritario de centro-derecha que tenga el país desde la II Guerra Mundial. Eso sí, pagando un precio: el de atender a los deseos de Wilders de prohibir el burka y otros tipos de velo integral, además de reducir la entrada de inmigrantes en un 50%.
El Partido de la Libertad que encabeza Wilders, a pesar de ser considerado racista por muchos ciudadanos, ganó terreno en las elecciones del pasado junio y se aupó hasta conseguir entrar en el parlamento a cambio de su apoyo a liberales y democristianos. De esta forma Holanda, que es el país europeo con mayor porcentaje de población musulmana (un 6%), se convierte en el segundo (después de Francia) en prohibir el velo integral.
Reforzar el Estado de Derecho
Florentino Portero, profesor de Historia de la UNED, augura que a mitad de siglo en Holanda los musulmanes serán mayoría y da algunas claves para comprender el proceso sociopolítico actual. “Se ha producido un abuso de las generosas prestaciones sociales del Estado y ahora los holandeses dicen ‘oiga, que aquí hay una identidad nacional y tienen que respetarla’”. Es bajo esa premisa bajo la que surgen los nuevos partidos, como el de Wilders, que refuerzan las identidades nacionales y reivindican el Estado de Derecho y los principios cívicos.
Ese endurecimiento de leyes para ‘proteger’ el Estado de Derecho es, precisamente, el que afecta también a los propios ciudadanos. De ahí la ley que persigue a los ocupas con hasta dos años de cárcel, entrada en vigor recientemente. “Todo está conectado”, añade Portero.
Volviendo a la aparición de Wilders (o cualquier otro personaje que represente su ideología y su labia en la palestra política), Portero está convencido de que no tendría tanto éxito “si los partidos tradicionales hubieran cubierto ese ámbito -el del peligro para la identidad nacional que supone la inmigración-.”.
José Javaloyes, analista político, apoya esa idea. “Si no existiesen condiciones previas no estaríamos hablando de Wilders”. Esas condiciones previas son las que han provocado el conflicto: una llegada masiva de inmigrantes, sobre todo musulmanes, en las últimas décadas y un choque de culturas sin resolver. “Lo que se está produciendo son reacciones estadísticas: se ha alcanzado la cuota de saturación y se ha puesto en marcha el engranaje”.
Ocurre en Holanda, precisamente, porque éste fue uno de los países más ‘abiertos’ y liberales cuando comenzó el fenómeno europeo de la inmigración musulmana. Por eso se ha ‘llenado’ antes que otros, y, por eso, se ha ‘saturado’ de los primeros. “Pero éste es el camino que seguirá Europa, en los próximos 25 o 30 años uno de los principales problemas del continente será la integración”, apunta Portero.
Antecedentes. Fortuyn y Van Gogh
En Holanda el caldo de cultivo entró en ebullición con los asesinatos de Pim Fortuyn y Teo Van Gogh. El primero, político de ultraderecha, defendía que el aumento de una subcultura islamista suponía un peligro para los valores democráticos de Holanda, y en 2002, poco antes de celebrarse las elecciones a las que se presentaba como candidato, fue asesinado a tiros en un parking por un activista “para proteger a los musulmanes”, a los que “instrumentalizaba de chivo expiatorio”. El segundo crimen, dos años después, fue de signo totalmente contrario. El cineasta y columnista Van Gogh, ateo y anticlerical, fue asesinado por un islamista holandés después de haber terminado su película ‘0605’, basada en el asesinato de Pim Fortuyn.
Desde entonces en toda Europa se han sucedido debates similares protagonizados por políticos polémicos como Jean Marie Le Pen en Francia o Jörg Haider en Austria. El último capítulo lo ha protagonizado el alemán Thilo Sarracín, un economista socialdemócrata que ha tenido que abandonar su cargo en el consejo del Bundensbank por denunciar el supuesto riesgo de disgregación nacional, en términos de valores y códigos colectivos, por el que atraviesa su país a causa del impacto originado por la dimensión de la población turca radicada en el país. Holanda ha llegado más lejos incluyendo al partido de Wilders en el Gobierno. “Es un país puntero en el cuadro de colisiones culturales, así que es también puntero en la prueba de soluciones como ésta”, explica Javaloyes.
Conviene recordar para comprender la polémica que Wilders está imputado por incitación al odio y discriminación a los musulmanes, actitud que habría demostrado cuando comparó el Corán con el libro Mein Kampf, de Adolf Hitler, en el que argumentaba su persecución a los judíos.
Las primeras encuestas sugieren que a los holandeses, crecientemente resentidos contra el auge inmigratorio, no les disgusta el perfil de su próximo Gobierno. Como explicaba hace algún tiempo el analista Ignacio Molina, del Real Instituto El Cano, a este periódico, “hay una especie de demanda de los ciudadanos europeos de voto antisistema y de extrema derecha. A priori, en las sociedades postmodernas europeas hay una demanda sociológica de ese tipo de discursos –de tendencias xenófobas- que podemos ubicar en el techo del 10% (de los votos), en un escenario de participación alta”.
Es un discurso que parte de la población reclama cada vez con más fuerza y está saltando desde las manifestaciones callejeras hasta los hemiciclos. “Los partidos tradicionales se escudan en la multiculturalidad y no asumen esas nuevas ideas que toman fuerza entre la población”, apostilla Portero.
Símil español
En España existe un símil de Wilders que se llama Josep Anglada y proclama a los cuatro vientos la necesidad de expulsar a los musulmanes del país. Como apunta el presidente del Movimiento Contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, en su blog, “es un hecho la ofensiva xenófoba en toda Europa en el contexto de la crisis económica y nuestro país no está al margen del problema. Esta agitación sin precedentes de la nueva ultraderecha, busca conectar con un sector de la ciudadanía que recela de la inmigración, de la diversidad cultural y religiosa y de la propia construcción europea”.
Parece que la brecha abierta por Holanda hiere ya al resto del continente.
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