ED//Pablo Sebastián:La escuelita de la Moncloa
EL MANANTIAL DE LAS ESTRELLAS
La escuelita de la Moncloa
Pablo Sebastián
El Gobierno no sabe qué hacer ante la crisis económica. Ayer Zapatero les ha vuelto a decir a los banqueros que den más créditos y que ayuden a los parados con hipotecas aumentando la moratoria. Ése, y el anuncio de que el ICO ofrecerá, en nombre del Estado, más créditos a empresas y familias, es todo lo que se le ha ocurrido al presidente Zapatero y a su vicepresidente Solbes, como gran iniciativa para movilizar la liquidez durante su tercer encuentro con los principales presidentes de los bancos y cajas de ahorro.
Y falta por saber si Zapatero -por ahora no se ha hecho público- llegó a amenazar a los banqueros con nacionalizar sus entidades, o poner en sus consejos de administración representantes del Gobierno, para controlar el destino final de las ayudas que reciben del Estado. Esto es lo que desde hace varias semanas se venía barruntando, aunque ayer oficialmente no se ha informado a la opinión pública de nada parecido. Ni sabemos si alguno de los banqueros presentes interrogó a Zapatero sobre sus intenciones en ese sentido, a corto y medio plazo.
En realidad, nada nuevo salvo el escenario, que ha pasado de los pomposos sillones blancos a unas mesitas o pupitres para todos, que resultaban un tanto ridículos, porque simulaban una escuelita del palacio de la Moncloa donde los maestros ciruelos del poder político vigente les leían la cartilla a los alumnos rebeldes de la banca y las cajas, a los que el presidente acaba de reñir por el reparto de beneficios, y a los que exige que den créditos para salvar la economía, imitando otras recientes regañinas del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a los banqueros de su país.
Pero en el caso español con una notable diferencia, que ayer puso sobre otra mesa el presidente de la asociación banca española (AEB), Miguel Martín, quien dijo que la diferencia de la crisis española con la de otros países está en que aquí se ha hundido la economía real, y que la banca ha resistido el envite, mientras que en otras naciones, como Estados Unidos o Inglaterra, ocurrió lo contrario, ha sido la crisis del sistema financiero la que elevó los malos datos de la economía y del paro.
Sin entrar en muchos detalles, Martín viene a insinuar que el Gobierno hizo dos cosas mal: pinchar la burbuja inmobiliaria, con exhibicionismo político y alusiones a la corrupción; y no tener preparado el recambio del modelo de crecimiento. Sin olvidar que este pinchazo fue acompañado de mala fama de inseguridad jurídica en España, lo que ha dañado de manera sensible la inversión extranjera en segundas viviendas de ocio de jubilados europeos y, por supuesto, el turismo de calidad.
Naturalmente, las responsabilidades no son sólo de una parte, sino que las hay para todos porque la banca y las cajas de ahorro, subidas en el boom de los pasados años, han prestado dinero sin control a las constructoras y a las inmobiliarias, e incluso -sobre todo las cajas- se han metido en el negocio inmobiliario. De igual manera, han sido muchos los bancos que se dieron la alegría de ofrecer créditos al consumo -coches, televisores, decoración, etc.- a granel, que hoy pesan mucho en la creciente morosidad que soportan las distintas entidades financieras.
Lo de la escuelita de la Moncloa es sencillamente pura propaganda y una reunión bastante inútil y poco práctica. Para empezar, lo normal hubiera sido celebrar una reunión de todos sentados en una misma mesa, como ocurre en cualquier negociación ministerial o internacional. Pero lo de los pupitres más bien ridículos de ayer, lejos de mostrar sobriedad, daban la impresión de que estamos en la ruina cuando los hombres más poderosos del país se ven sentados en ese tingladillo donde ni el prestigio del Gobierno ni la fuerza de la banca se veía por ninguna parte. Más bien al contrario, dio la impresión de que no sólo estamos en recesión sino caminado de la gran depresión, porque en la Moncloa no hay sala de reuniones, una gran mesa y sillones sino unos tableros del cole para los pretendidos malos alumnos y los austeros profesores.
Además, cada banco y cada caja son casos distintos. Y el presidente y su vicepresidente deberían saber que ellos pueden decir lo que quieran pero que los presidentes invitados de Santander, BBVA, Popular, Caja Madrid, Bancaja y La Caixa compiten duramente entre ellos y en muchos casos se llevan peor que mal, con lo que ninguno de los presentes iba a desvelar, en semejante reunión, su estrategia, preocupaciones y prioridades.
Mucho mejor y más eficaz hubiera sido que el vicepresidente Solbes se hubiera reunido en privado, y de uno en uno, con todos ellos para oírles y para plantear, según el caso, las posiciones del Gobierno. Pero de lo que se trataba, una vez más en este régimen fotográfico de Zapatero, era de salir en los telediarios y en las portadas de los periódicos, escondiendo para la ocasión los grandes sillones y los sofás, y apareciendo en la escuelita de la Moncloa, la última ocurrencia de Zapatero (y de sus asesores), que lejos de ofrecer confianza ofreció una pésima imagen de precariedad.
lunes, 2 de febrero de 2009
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