lunes, 14 de septiembre de 2009

Estrella Digital - Opinion:  Pablo Sebastián ,  El discurso de la nación de Rajoy

Estrella Digital - Opinion:  Pablo Sebastián ,  El discurso de la nación de Rajoy
El discurso de la nación de Rajoy

Pablo Sebastián


Mariano Rajoy suele utilizar en sus discursos, declaraciones y en debates políticos sobre cuestiones importantes y alto interés nacional vocablos que no dicen nada, o simplemente que no se corresponden con la gravedad de los acontecimientos afectados ni representan la claridad y contundencia con la que debe expresarse un líder de la oposición. Lo hemos vuelto a ver en el día de ayer a propósito de fantasmal e ilegal referéndum a favor de la independencia de Cataluña celebrado el domingo en Arenys de Munt. Pues bien, de semejante acto, por grotesco que parezca, Rajoy ha dicho que "es preocupante y sorprendente que algunos partidos que tienen representación en las instituciones jueguen a estas cosas". ¿Qué cosas? También Rajoy le ha recriminado a Zapatero que "calle y mire hacia otro lado".

La verdad es que Rajoy no ha dicho demasiado sobre este desafío ilegal al marco constitucional, que la vicepresidenta De la Vega calificó de contrario a la Constitución (entonces por qué no lo prohibieron) y el ministro Blanco de "despropósito". O sea, que dice lo que hay que decir, empezando por el PP catalán, que se ha callado como un muerto, como callados están ante los desafíos continuos del nacionalismo en contra del Tribunal Constitucional en relación con la próxima aparición de la sentencia del Estatuto catalán, empeñados en el PP en no molestar a CiU, sus posibles socios en un tiempo que consideran no lejano.

De manera que el referéndum ilegal de Arenys, del que CiU y ERC dicen que se va a repetir en otros sesenta pueblos catalanes, se reduce a eso que el líder de la oposición, Rajoy, llama "las cosas". Quizás siguiendo un pacto tácito entre PP y PSOE para no darle importancia a los hechos y no tener que tomar decisiones como las que debería de haber tomado el Gobierno de Zapatero y el propio PP.

Que este Gobierno no defienda los intereses y el buen nombre de la nación española y el marco constitucional en el que vivimos no es nada nuevo bajo el mandato de Zapatero. Porque de hacerlo, y para empezar, debería romper su relación con ERC en el Gobierno catalán, y por tanto que Montilla y el PSC abandonaran la Generalitat, porque de ese pacto nacieron no pocos y graves problemas, como la fallida negociación política con ETA, a la que le abrió las puertas Carod-Rovira en Perpiñán. Y no digamos el Estatuto, que en este momento está en el ojo del huracán y pendiente del Constitucional.

Pero éstas son "las cosas" que Rajoy dice que distraen a todo el mundo de asuntos más importantes, en referencia a la crisis económica, suponemos, sobre la que el líder del PP también suele hablar en términos de debilidad para criticar al presidente del Gobierno calificando su política económica de "ocurrencias" e "improvisaciones". ¿Eso es todo?

No habría estado mal que Rajoy, en el último debate parlamentario sobre la crisis económica, y a la vista del ruido nacionalista en contra del Tribunal Constitucional, hubiera empezado sus discurso con algo así: "La crisis de la economía y del paro es un grave problema nacional del que tiene la mayor responsabilidad el Gobierno que preside el señor Zapatero. Y dada su dimensión y su capacidad destructiva en todo el territorio nacional, debe ser abordada desde la más firme cohesión nacional, con un eficaz plan de respuesta pactado entre las principales fuerzas políticas y con un equipo de gobierno competente. Y todo ello desde la plena solidaridad con todos los pueblos y regiones de España, y en especial con los más desfavorecidos y dañados por la crisis, lo que supone rechazar cualquier posición ventajista e insolidaria, como la que incluye el nuevo Estatuto catalán, la que con toda seguridad será rechazada por su despropósito y pretensión de bilateralidad con el Estado, el Tribunal Constitucional. El que está siendo atacado por los actuales socios de este Gobierno en Cataluña, los mismos y otros más a los que el presidente Zapatero pretende comprar sus votos en esta Cámara para aprobar los Presupuestos Generales del 2010, dando alas a ese sector nacionalista que impulsa la centrifugación del Estado e impide, por ello, el necesario gran pacto nacional sobre la crisis económica y el paro, que están diezmando el territorio nacional".

Algo así es un discurso político, y algo así no se escucha en el Parlamento ni en declaraciones ni debates. Y algo así debería empezar a decir Rajoy en vez de eso de "las cosas, el sentido común, ocurrencias e improvisaciones", etcétera. Como deben aprender en el PP que el hemiciclo del Parlamento español y el debate que allí se puede hacer no es bilateral, por lo que hora es que Rajoy y su partido, cuando hablen en la Cámara de asuntos serios y tan importantes como la crisis económica y la cohesión nacional, hablen y se dirijan con contundencia y claridad, criticando directamente, a los diputados de CiU, ERC y PNV, o a los vendedores de votos de UPN y de Coalición Canaria, para exigirles su responsabilidad ante la sede suprema de la soberanía nacional.

Pero ¿quién es capaz en el PP de escribir y pronunciar un discurso político y de hablar con claridad a todos los grupos representados, dando fe de que este partido quiere ser y es la alternativa de poder al PSOE de Zapatero? Nadie. No se ve a nadie, ni se oye a nadie. En el PP están a lo de no hacer mucho ruido para no equivocarse y para que no se lo echen en cara, y para ver si el poder se le cae en las manos desde el guindo de la Moncloa, y para dejar abiertos los puentes con los nacionalistas de CiU, y puede que con los del PNV. Por eso el discursito de "la cosas" deja a muchos españoles en el mayor de los desamparos y una manifiesta perplejidad. Y conste que la ausencia de discursos políticos en el Parlamento español -nadie habló del golpe del 23-F, de los GAL, etc.-, no es una carencia de este tiempo sino que viene de muchos años atrás. Es otra de las nefastas habilidades de nuestra partitocracia que, en definitiva, es el imperio de la mediocridad.

No hay comentarios: