Estrella Digital 08/09/2008 - OPINIÓN: De la Vega y Ledesma por Marcello
Vamos a ver cómo se porta el PP, porque sólo faltaría que el ex ministro de Justicia con Felipe González, Fernando Ledesma, fuera elegido presidente del Consejo General del Poder Judicial, que es lo que pretende, sin el menor pudor, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega para tener ella la vara alta de la justicia en su despacho, gracias a la muy especial relación político/amorosa que siempre la ha unido con Ledesma, su primer mentor y Pigmalión político.
Todavía están calientes las imágenes de De la Vega metiendo, en público y en la tribuna del desfile militar, una soberana bronca a la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, que aún no se ha repuesto del susto ni de sus múltiples errores —asesoría a una delincuente— y presuntas andanzas constitucionales casi siempre al servicio de intereses del PSOE. De manera que malo sería que De la Vega consiguiera colocar en el CGPJ a su protegido —devolviéndole el favor— para que la dependencia del Poder Judicial del Ejecutivo sea todavía más flagrante de lo que ya lo es.
De hecho, un jurista que ha sido ministro de Justicia del PSOE o del PP no debería ocupar un cargo de esa trascendencia, aunque sólo fuera por causas de índole estética y de coherencia. Pero en este país ya se sabe que todo es posible, de ahí que le hacemos desde aquí, a Soraya Sáenz de Santamaría, un recordatorio por si las moscas.
Y ya que estamos en ello, convendría también hacerle alguna observación a la vicepresidenta De la Vega, porque de un tiempo a esta parte está dando una imagen de ambición, pompa y autoritarismo que desdice su fama de trabajadora y persona razonable. El citado caso de María Emilia Casas fue todo un ejemplo del deterioro de la vicepresidenta, cuyos modales cada vez más agrios se están haciendo notar en Moncloa. O en el Parlamento, donde ha pasado, de hacerse la víctima femenina del machista Zaplana, a ser ella la que lleva los pantalones y el tono agresivo y machista frente al resto de los portavoces del PP, y si son mujeres con mayor motivo.
Puede que el permanente disparate de Zapatero y de sus ministros de cartón hayan llevado a De la Vega a creerse la salvadora de la situación y a asumir modales y posiciones que no debería, convirtiendo a más de un ministro, o más bien ministra, en una especie de subsecretaria de su entorno, a las que si se portan bien luego las llevará —como las madres ursulinas— de excursión a África o a América, en esos periplos políticos, feministas y caritativos que ella organiza todos los años, naturalmente a costa de los Presupuestos.
En todo caso, Fernando Ledesma mejor que se quede donde está, que ya está bien, y la vicepresidenta De la Vega —por cierto, nueva fan en la corte afrancesada de Pedro J.—, que reflexione un poco sobre su deriva política, que está dejando mucho que desear.
lunes, 8 de septiembre de 2008
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