sábado, 11 de octubre de 2008

ED//Manuel Martín Ferrand:La vicepresidenta que se evapora

ED//Manuel Martín Ferrand:La vicepresidenta que se evapora
Se miente más de la cuenta

por falta de fantasía:

también la verdad se inventa"

(Antonio Machado)

José Luis Rodríguez Zapatero, solo o en compañía de otros, nos ha metido en el pozo central de la crisis económica que sacude al mundo entero. Y todo por tener razón y no perder un argumento electoral que le mantuviera en la Moncloa, el único punto de toda la geografía española que le favorece y presenta como un coloso a quien es, como mucho, un alfeñique de la política. Aun siendo grande, inmenso, a ese capítulo del fracaso del líder socialista le caben la disculpa o el olvido. Sus colegas europeos disimulan menos, pero tampoco saben muy bien a qué atenerse.

Lo que, personalmente, no le puedo disculpar a Zapatero es que su vocación necrofílica y funeraria, tan inmensa como patológica, me haya obligado a la relectura de unas cuantas docenas de libros que ya ocupaban la segunda fila de mi biblioteca especializada en asuntos próximos a la Guerra Civil. He gastado este último fin de semana con el repaso de la obra magna de Burnet Belloten -La Guerra Civil Española: Revolución y contrarrevolución- y, lo confieso, a pesar de su interés documental y testimonial, resulta ya cansino volver a lo que había caducado y, sin caer en el nocivo vicio de la desmemoria, ya teníamos archivado en los mismos baúles que la Restauración. No sé, por otra parte, qué beneficios espera Zapatero de sus avivados rescoldos. La derecha española actual, si es que existe, no puede ser considerada heredera del franquismo y, sin embargo, el PSOE y lo que queda del PCE entroncan con un pasado que desmerece grandemente su realidad actual y presente.

El otro punto por el que, desde una actitud distante y no partidaria, crítica en cualquier caso, no se le puede disculpar a Zapatero es por el abrumador protagonismo de su vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega. Al principio tuvo gracia verla al frente de las miembras del Gabinete y, de punta en blanco, recitando las lecciones de los viernes en un perfecto equilibrio estético y docente entre madre abadesa de un convento con posibles y, silabeando para disimular su torpeza discente, portavoza de una ONG híbrida entre feminista y ecológica. Pero, del mismo modo que lo poco excita, lo mucho cansa.

La vicepresidenta, como el efecto inexorable de la fatiga de los materiales, ha pasado a la repipiez y, dicho sea con todo respeto, genera ya un hastío infinito. Cansa mucho. Se cree astuta y abusa de tan hipotética facultad. Como corresponde a su menester gubernamental en un equipo que ha hecho bandera del engaño y el disimulo, va enhebrando mentiras y, exhibidas en rosario, resulta abrumadora.

A Zapatero, que ya ha convertido a su vicepresidente, Pedro Solbes, en un juguete roto sin credibilidad y sin respeto, se le está desinflando la vicepresidenta. En sus últimas intervenciones públicas repite, venga o no a cuento, que el PP "debería arrimar el hombro". ¿A quién, a dónde?

Un Gobierno que ha tardado un año en advertir que teníamos encima una crisis inmensa y que, sin hablar con el partido monopolista de la oposición, elabora unos Presupuestos que son de avería y no consideran la realidad en la que estamos, ¿qué puede y debe esperar de la oposición? El PP, como el PSOE demuestra desde hace cinco años, tiene una gran capacidad para servir de chivo expiatorio y, por lo que se ve, a Mariano Rajoy no le incomoda ese papel en demasía; pero, desde un Gobierno irresoluto y torpón, parece excesivo el intento de traspaso de la responsabilidad económica de la situación.

Aquí, contra lo que dice De la Vega, la marioneta respondona de Zapatero, lo que no es razonable ni responsable es la mentira. Tenemos derecho, como ciudadanos, a saber lo que nos pasa y cuáles son las medidas de remedio que maneja el Ejecutivo. No está de más una colaboración desde la oposición, todo lo contrario; pero sería insensata, y nociva, la complicidad del PP, que, de momento, es la alternativa probable. No sé si también posible...

Estamos ante un Gobierno que miente hasta cuando permanece callado. La sarta de mentiras en la que se ha instalado, agujero por el que se desinfla la vicepresidenta, exige más memoria para su manejo y perpetuación y una aplicación utilitaria y efectiva de sus recuerdos podría llevar a tan poderosa señora a la imperdonable falta de lucir dos días seguidos el mismo modelito. ¡Qué horror!

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