lunes, 6 de octubre de 2008

ED//Pablo Sebastián:El PSOE con la banca, el PP con los parados

ED//Pablo Sebastián:El PSOE con la banca, el PP con los parados
Ahora resulta que al Gobierno y al PSOE lo único que les preocupa en la crisis económica que nos invade es la situación del sistema financiero de España, del que Zapatero ha dicho que es el mejor del mundo y, por ello, imaginamos que el Ejecutivo no hace nada al respecto, ni subir el fondo de garantía de los ahorros de los españoles, ni aumentar las líneas del crédito oficial para inyectar liquidez al sistema, ni ayudar a los empresarios para mitigar el paro.

En realidad, lo que el Gobierno y el PSOE están haciendo es defenderse de su incapacidad política y de su mala y tardía reacción ante los problemas económicos, mientras siguen desde la capital española los debates del G-4 que lidera Sarkozy, en compañía de las primeras instituciones europeas, y de los que ha quedado excluido Zapatero por diversas razones, como son su público desprecio al potencial de Francia e Italia, y por causa del verdadero alcance y tamaño de la economía española. Lo que les obliga a este penoso ejercicio de ataques grotescos al primer partido de la oposición, al que por otra parte le imploran una reunión en la Moncloa que en circunstancias como las actuales no se debería celebrar.

Los espectáculos que este fin de semana dieron José Blanco y Leire Pajín, al grito de ¡viva los banqueros!, mientras minimizan y ocultan los datos del paro y su negro horizonte, contrastan con otras invectivas que emanan desde su propio entorno, en las que critican el liberalismo salvaje que está en los orígenes de esta crisis mundial de las finanzas y la economía y que, a pesar del plan de rescate estadounidense, aún está lejos de haber puesto un punto y aparte, como pronto lo comprobaremos tanto en Estados Unidos como en Europa (véase la última víctima alemana, el Hypo Real Estate). Y que en muchos casos escapa al propio comportamiento del sistema financiero español, sobre el que el propio vicepresidente Solbes no se atreve a poner la mano en el fuego, como lo declaraba ayer con resignación.

Lo que está ocurriendo, amén de la peligrosa parálisis y el desconcierto del Gobierno de Zapatero es que las encuestas de intención de voto tienen ya el liderazgo de Zapatero en el punto de mira, mientras en el PSOE no aparece otra figura de prestigio que compense el creciente vacío de poder -desde la revista Temas, que preside Alfonso Guerra, se ha comenzado a criticar sin rodeos la figura del líder socialista-, y por ello personajes tan poco dotados para el liderazgo político como Blanco o Pajín salen a mítines y medios con burdas proclamas, diciendo que al partido de la derecha, es decir, al PP, "le importa un bledo que se derrumbe el sistema financiero español", de lo que se deduce que el PSOE considera que se puede derrumbar. Ni siquiera dentro del Gobierno existe un liderazgo que, por lo menos, contrarreste la caída en picado de la imagen de Zapatero, una vez que Solbes está carente de toda credibilidad, por haber negado la crisis y rectificar, semana a semana, todos y cada uno de sus pronósticos. Ahora resulta que la recuperación española ya no será posible en el segundo semestre del 2009 sino para el 2011, y dentro de unos días dirá que para el 2012, y así hasta el infinito.

Que el PP no está en contra de la banca española ni del sistema financiero es algo que no necesita explicación. Pero esta vez los populares están más acertados cuando ponen el acento en el paro y en las empresas medianas y pequeñas, pidiendo ventajas fiscales y liquidez, porque los populares saben que es por parte de los pequeños empresarios (y de cajas y bancos menores también) donde está el verdadero peligro de la crisis española y por donde puede venir la avalancha del paro, como por ahí viene la otra avalancha de la morosidad, que empieza a causar alarma en el Banco de España.

Qué duda cabe que, al margen de medidas extraordinarias, los Presupuestos Generales del Estado son, como dice el PP, el mejor instrumento para hacer frente a la crisis, y no la bolsa de las dádivas con la que Zapatero pretende comprar su estabilidad parlamentaria haciendo muy generosos regalos a sus aliados nacionalistas, mientras castiga a la Comunidades Autónomas que están gobernadas por el PP. De ahí que la pretendida reunión de Zapatero con Rajoy no tenga sentido mientras su partido no cesa de insultar al PP de una manera tan chusca como lo hacen Blanco o Pajín, y mientras Zapatero no se avenga a una renegociación a fondo de los Presupuestos, que debería ir acompañada de importantes medidas fiscales y financieras.

Pero el equilibrista de la Moncloa ya no puede atender todos los frentes ni mantener, a la vez, su preciada vajilla del poder bailando sobre los débiles bastones de bambú. No puede contentar al PSC ni al PNV y a la vez pactar con el PP; ni puede aparentar solvencia internacional cuando lo excluyen de la gran reunión de Sarkozy en París; ni puede seguir con Solbes ni, en este momento, prescindir de él; ni puede ocultar su grave error de negar la crisis o de presumir de sistema financiero intocable mientras su responsable de Economía no descarta alguna posible intervención de salvamento por parte del Banco de España. Como tampoco puede Zapatero disimular o hacer olvidar su fracaso en la negociación con ETA, cada vez que la banda reaparece, como ha ocurrido en Tolosa. Y, además, ha conseguido enfadar a todos los sectores progresistas del poder judicial con el nombramiento de Carlos Dívar al frente del CGPJ y del Tribunal Supremo, mientras desde la Moncloa siguen metiendo la mano en la vida judicial, como lo hizo ayer De la Vega, proponiendo una sentencia, o decisión, que castigue con tres años de inhabilitación al juez del caso de la niña Mari Luz.

La crisis de liderazgo de Zapatero y de su partido y su Gobierno empeoran, más si cabe, la crisis económica, financiera y social de nuestro país. Sobre todo porque ante el cúmulo de problemas planteados al presidente y a sus adjuntos en la dirección del PSOE sólo se les ha ocurrido una ridícula batalla de opinión pública que deja en pañales su discurso inicial de la defensa del gasto social, para acabar defendiendo a los banqueros, que es, precisamente, lo que hizo George W. Bush con su plan de rescate de tres folios que en el Congreso de Estados Unidos han ampliado hasta casi las 400 páginas.

¿Qué hacer? Pues nada, solamente esperar a que se despierte Zapatero de su proverbial ensoñación y optimismo antropológico, cosa que no tardará en llegar porque, desgraciadamente para todos, está topando sin cesar con la cruda y dura realidad, y no parece que ni él, ni su Gobierno, ni su partido (tampoco imaginamos a Blanco de vicepresidente económico, ni a Pajín de gobernadora del Banco de España) estén en condiciones de reaccionar. Lo único que se les ocurre es criticar al PP, que, por mal que lo haga el primer partido de la oposición, carece de una verdadera importancia porque este partido no es quien tiene que tomar las decisiones y gobernar. Ésa es labor y responsabilidad de Zapatero, su Gobierno y su partido, los que viven en el mayor de los desconciertos y presos del terror que les produce la crisis que ellos han negado y que los puede arrasar.

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