Estrella Digital 25/08/2008 - OPINIÓN: Sin sentido de la medida por José Antonio Zarzalejos
Todos podemos comprender el dolor de haber perdido a un ser querido y entender que la tragedia se agudiza con la demora en recuperar sus restos para darles sepultura. Pero, desde un punto de vista social, no podemos perder la perspectiva: los 154 muertos lo han sido a consecuencia de un accidente, no de un acto terrorista, ni de una misión de servicio público. Determinadas medidas de institucionalización y socialización del dolor, y sobre todo, la morbosa cobertura de algunos medios que han llevado la especulación sobre las causas del siniestro al terreno de la irresponsabilidad, hurgando en relatos hipotéticos, indagando sobre el alcance e intensidad de la pena de los familiares, está constituyendo un penoso espectáculo al que se sobrepone una cobertura reiterativa e insistente que no aporta ningún valor y sirve para retroalimentar la sensaciónde frustración que, logicamente, se ha adueñado del ánimo de las víctimas. El Gobierno, la Compañía aeronáutica y AENA se han comportado correctamente. En concreto, el Ejecutivo --con competencias en el asunto a través de AENA y del Ministerio de Fomento-- parece haber querido sustituir a los psicolócos en una especie de labor samaritana que, al final, ha resultado contraproducente. Se ha expuesto en exceso --ahí está el resultado de las reuniones con las familias-- y, ni tiene respuestas sobre cómo se produjeron los hechos, ni es de su responsabilidad la cuantía y el pago de las indemnizaciones. Spanair, aunque con una reacción muy lenta, optó por la seguridad de los datos lo que le hizo retrasar en exceso la lista de pasajeros y AENA ha mostrado diligencia y buen hacer. Nada digamos de los servicios de emergecia y las prácticas forenses que están trabajando con plena corrección. El recuerdo del 11-M, puesto en circulación enseguida, ha sido uno de los factores psicológicos que ha contaminado el tratamiento general de este accidente. La reclamación de "la verdad", inmediata sobre las causas y la expansión de la especie según la cual se estarían ocultando datos sobre el siniestro (ejemplo: sobre si hubo o no motín en el avión al intentar varios pasajeros abandonarlo) y la intrusión informativa de programas y profesionales de magacines y de "telerrealidad" que han tratado el tema con una notable frivolidad morbosa alejada de cualquier profesionalidad, han compuesto un escenario público del siniestro en el que demasiados excesos han sido posibles. En términos generales, los hechos luctuosos como el del último accidente de Barajas, son en España ocasiones para la desmesura. Afortunadamente, el juez competente en la investigación del caso, ha sido oportuno y rápido al prohibir la difusión de deternminadas imágenes y asumir la responsabilidad en el penoso proceso de las identificaciones. Pero habrá, de nuevo, que reflexionar acerca de nuestros comportamientos colectivos. Tendemos a lo exorbitante--debido en parte a la incidencia en España de una determinada prensa que distorsiona las cosas de manera sistemática-- y a carecer de sentido de la medida y de la proporción. A dejarnos manipular sentimentalmente y a recorrer con demasiada presteza el trecho que va de lo razonable a lo desmedido. En ese tránsito, algunos ganan y la inmensa mayoría, pierde.
lunes, 25 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario