miércoles, 27 de enero de 2010

O el PSOE acaba con Zapatero o Zapatero acaba con el PSOE


La inutilidad del inquilino de La Moncloa
O el PSOE acaba con Zapatero o Zapatero acaba con el PSOE

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Zapatero en La Moncloa.


Sonsoles Espinosa está harta de Moncloa y desearía que su esposo no repitiera candidatura. Parece que en el matrimonio queda alguien sensato. Una buena parte de los españoles coinciden con sus deseos y estarían muy satisfechos si Zapatero abandonara cuanto antes La Moncloa y convocara elecciones anticipadas.

Zapatero ya no tiene dónde agarrarse. La pretensión de convertir el semestre de retórica presidencia europea en un brillante álbum fotográfico ha degenerado, desde el principio, en un patético bochorno; la conjunción astral, en un clamoroso ridículo. Incluso sociedades tan degeneradas como la española terminan por hastiarse de las propagandas fatuas y exigen un mínimo de rigor en la gestión.

La inutilidad que llegó a La Moncloa, y fue revalidado, es un oprobio sin paliativos para sus votantes –deberán explicarnos qué vieron en él- y exige alguna tesina respecto a una caída tan abismal en la inconsistencia. Tan graves son los males de nuestro sistema, tan obtusas andan las mentes que España –otrora una gran nación- ha producido un Zapatero –ya está sobrando en La Moncloa-, como el parto de los montes dio un ratón.

Esa nulidad superlativa que tanto gusta de las fotos, a cuya tambaleante personalidad se mantiene con carretadas de adulación, ha quebrado el Estado español y sus efectos demoledores pronto se verán; ha podrido el sistema financiero y ha vuelto a traer el hambre a España en aras de la peor memoria histórica, una de sus histriónicas obsesiones, de la que, por cierto, los socialistas sacan tajada, pues aquí se roba al contribuyente con cualquier excusa y, por supuesto, se aprovechan las cunetas y los muertos para la estafa general en que ha degenerado el socialismo.

Siempre he considerado a Zapatero el tonto del pueblo, inequívoco síntoma, su bobalicona sonrisa. La prensa internacional en consenso sin fisuras, ha llegado a idéntica conclusión. ¿Cómo ha respondido el incompetente? Poniendo publicidad.

Hay quienes sorprendidos y admirados ante el poder, le han considerado detentador de un proyecto oscuro y de ingeniería social, destructor de la sociedad española. Destruir lo sabe hacer cualquiera, incluido el tonto del pueblo. Además, Zapatero accedió al poder porque la sociedad estaba previamente destruida, y en ellos le cabe no poca responsabilidad al PP y a Aznar, a fuerza de n o hacer nada.

Esta no es ni tan siquiera la España de Rinconete y Cortadillo, que también. Tengo entendido que mis compatriotas, para evadirse, mientras el mundo se mueve bajo sus pies, y el paro galopa apocalíptico, se evaden y recrean con las narices de Belén Esteban y con los gorjeos de Karmele. ¿Esto es una sociedad o un patio de comadres?

Zapatero no ha inventado nada. La izquierda noqueada tras la caída del Muro de Berlín hizo una doble apuesta: asaltar e instalarse en el Presupuesto y sumar a la rapiña a lo que llamó sensibilidades: feministas histéricas, zerolos recién salidos del armario con hambre de subvención, ecologistas de tres al cuarto y cineastas sin guión, enfangados en la picaresca más cutre y sindicalistas de a euro el kilo. Nadie se había creído este circo hasta que llegó el tonto del pueblo, votado por once millones de hooligans. Eso es todo.

Las cosas están ahora así, lisa y llanamente: o el PSOE acaba con Zapatero o Zapatero acaba con el PSOE.

Mientras la sociedad gime –o se idiotiza más ante la televisión- parada o a punto de estarlo, los socialistas cobran a fin de mes. No por mucho tiempo. Eso se avizora tras la quiebra inminente del Estado.

Llega un mañana en el que el PSOE no existirá. Y en el que al ose definirse socialista se le imprecará ‘Zapatero’. Y ese será el mayor insulto aceptado en el diccionario. Socialista igual a Zapatero, sinónimos, lo peor de lo peor. Los tontos del pueblo. Esos que aman tanto a los pobres que siempre los crean por millones.

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