La victoria de rajoy
La tragedia en la que estamos consiste en que se puede hacer un debate nacional sin que ninguno de los dos líderes políticos reconozca que España se está «rompiendo». Porque ni para Zapatero ni siquiera para Rajoy España está corriendo peligro. «Nunca he dicho eso» vino a decir un tanto molesto el jefe del PP cuando lo lógico es que ésa hubiera sido su denuncia constante a lo largo de la legislatura. O ¿qué quería decir Rajoy cuando acusaba a Zapatero de «abrir de forma irresponsable el melón del Estado»? La verdad es que: el Presidente propuso, nada más comenzar su mandato, el cambio de modelo de Estado y el jefe de la Oposición, en vez de rechazarlo de plano, entró en el juego y, así, se pudo llegar a la aprobación de los nuevos Estatutos catalán, valenciano y andaluz; al reconocimiento de la «nación» catalana y de la «realidad nacional» andaluza; al vaciamiento de poderes de la Administración Central, y a la estimulación de odios territoriales. Pero, ¿quién tendría la osadía de hablar de «rupturas»? Ni siquiera hoy cuando ya tenemos fecha para la «consulta popular» en la que los vascos podrán decidir acerca de su destino en relación con el Estado español... ¿Deberemos esperar a que se cumpla la kosovización de éste para hablar de «ruptura»?
Una vez más llegaremos tarde. Como ha sido excesivamente tardía la concienciación de los españoles sobre los aspectos más desastrosos de la Constitución. Por ejemplo, haber dejado abierto el modelo de Estado; haber aprobado una ley electoral suicida; haber permitido la inmersión de los escolares en los idiomas vernáculos y la persecución del idioma común; haber aceptado la educación de dos generaciones en el odio a España (en dos legislaturas del PP)...
A mí, lo que me espantó del debate electoral no solamente fue la liturgia sofocante y pretenciosa sino su capacidad para ocultar la tragedia en la que estamos. Cuando resuenan estremecedoras las reclamaciones independentistas en el Norte y en el Este la victoria de Rajoy no dejó de ser, para mí, un consuelo. De todos modos, tardé bastante en dormirme.
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