martes, 26 de febrero de 2008

Estrella Digital 27/02/2008 - OPINIÓN: La última oportunidad de Rajoy por Pablo Sebastián

Estrella Digital 27/02/2008 - OPINIÓN: La última oportunidad de Rajoy por Pablo Sebastián
La última oportunidad de Rajoy


Pablo Sebastián
Quienes le conocen y comparten su amistad consideran que Rajoy ganó el debate televisado a Zapatero porque transmitía certeza y convicción en lo que decía, esencialmente, sobre España, y porque su adversario ha perdido la frescura de sus primeros pasos por el Gobierno y la credibilidad como un gobernante capacitado para llevar las riendas de este fogoso corcel que es España. Ahora bien, Rajoy debería ser consecuente con su conclusión en el debate cuando, en medio de ese cursi cuento de Caperucita con el que cerró su discurso pidiendo el voto para España y no para él y para su partido. Y eso significa que la oportunidad que ahora tiene no es definitiva ni un cheque en blanco que le permita bajar la guardia, ni tampoco hacer alarde de los muchos errores que han adornado su acción política como líder del PP y de la oposición.

Porque si hubiera hecho, siguiendo su habitual discurso, las “cosas bien hechas” y “con sentido común”, ahora estaría en las encuestas electorales diez puntos por encima del PSOE. Pero su desidia y su “yoísmo”, así como sus malas y desprestigiadas compañías en la dirección del PP, o su empeño en mantener los errores de la derrota del 2004, lo han dejado, hasta ahora, en el papel de aspirante al título, en lugar de presentarle como un sólido y razonable campeón. Por ejemplo, ¿por qué no fue Pío García Escudero, o Ana Pastor, quien hiciera el balance del debate televisado, en lugar de un Acebes rijoso y estentóreo, que es la viva imagen del pasado y la mentira que les llevó a la derrota del 2004?

Rajoy tiene una oportunidad de victoria, y mucho mérito por haber llegado a esa situación, pero quienes van a decidir que se mueva el fiel de la balanza van a ser los indecisos, los votantes del centro y ese sector de la izquierda que antepone el interés general de España a su posición ideológica. Y, si eso es así, el líder del PP, sin bajar la guardia, ha de tomar toda clase de precauciones y de iniciativas, de aquí a lo que resta de campaña electoral, si no quiere que le pase lo que a Aznar frente a González en 1993.

Y ello significa que ha de hablar, a partir de ahora, más como un hombre de Estado y presunto presidente del Gobierno que como jefe de una oposición frentista y radical. Y lo ha de hacer con mano de hierro en guante de seda, con un discurso de futuro y de confianza, y sobre todo con un mensaje de unidad nacional y ciudadana que ofrezca a los españoles un horizonte de la máxima estabilidad y de mano firme en el timón de una nave que se apresta a pasar, en la próxima legislatura, el Cabo de Hornos de los desafíos de los nacionalistas y de la crisis económica y social que ya insufla las velas del viejo galeón español. Lo que requiere un eficaz “Master and Comander”, al mando de la nave, y no un joven simpático y temerario como Zapatero que ya dio pruebas sobradas de su incapacidad política, de su temeridad y de las malas compañías —bucaneros de ETA, y piratas nacionalistas como los de ERC y el BNG—, y al que parece haberle abandonado la baraka, el talante, la sonrisa, la moteada piel de Bambi y la credibilidad, porque en muchas ocasiones no ha dicho la verdad.

En el debate televisado del lunes, en el discurso autonómico de Rajoy —en el que estuvo más débil de lo que debía— brilló por su ausencia la Esquerra Republicana, partido que desprecia España, quema fotos del Rey, que se ha alineado con ETA/Batasuna, y está en el origen de muchos de los males y disparates de la pasada legislatura. Y que ahora pretende un referéndum para la independencia de Cataluña, mientras comparte Gobierno con el PSC en Cataluña, y apoya al PSOE en Madrid.

¿Con quién pactará Zapatero si no consigue una mayoría suficiente para gobernar? He aquí una gran cuestión para el próximo debate. Y otra: ¿está dispuesto Zapatero a entregar, de una vez —ya se lo prometió a Mas cuando reformó el Estatuto catalán— a CiU el Gobierno catalán, si necesita sus votos para gobernar? O ¿volverá Zapatero a pactar con ERC y BNG (que son la misma cosa) si necesita sus escaños?

Todo esto debe salir en el próximo debate, y en los mítines de campaña, y no sólo porque interese al PP, sino porque interesa a los españoles. Como sería bueno conocer qué piensa hacer Rajoy si gana las elecciones y, en ese caso, necesita de apoyos para gobernar. ¿Sería capaz Rajoy, en semejante situación, de ofrecer sitio en el Gobierno a dirigentes moderados del PSOE como lo han hecho Merkel y Sarkozy?

Finalmente, ¿qué perdería Rajoy si anuncia que, si gana las elecciones, piensa contar con Gallardón para un puesto importante en su Gobierno? Para el centro político español y los indecisos, la imagen del alcalde de Madrid es crucial, sobre todo cuando las expectativas del PSOE y del PP están tan ajustadas. Rajoy se equivocó excluyendo al alcalde de Madrid pero todavía lo puede recuperar —electoralmente, se entiende—, aunque sea en el último minuto. Además, en ese intento no tiene nada que perder y sí mucho que ganar. Y si no lo hace, y pierde las elecciones, muchos serán en su partido y en España que piensen que Rajoy desperdició, gratuitamente o por soberbia, esa oportunidad, lo que dejaría a Gallardón las manos libres para intentar una nueva opción política de centro, por ejemplo, durante las próximas elecciones europeas del 2009, que son de circunscripción única nacional.

Finalmente, otro sí, Zapatero no está batido ni mucho menos, entre otras cosas porque cuenta con una sólida base electoral y un gigantesco aparato audiovisual a su favor. Aunque el presidente está tocado, y buena prueba de ello fue su ansiedad por ver la grabación del debate nada más llegar a la Moncloa. Toda una señal de su pésima sensación y de su falta de seguridad sobre lo que acababa de ocurrir. Pero Zapatero es tozudo y temerario –ya se vio tras el atentado de ETA en Barajas- y luchará hasta el final, convencido de que si no gana las elecciones podría gobernar con los nacionalistas, por más que quede detrás del PP. Lo que quiere decir que nada está decidido ni mucho menos escrito, aunque la novedad de las últimas horas es que, por primera vez en mucho tiempo, Rajoy tiene una oportunidad.

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